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Está la brecha salarial, y luego está lo del fútbol

Actualizado: 24 mar 2020

Las diferencias entre mujeres y hombres en el fútbol son desorbitadas.


En muchas facetas, el deporte es un fiel reflejo de lo que ocurre en la sociedad. La brecha salarial que afecta a la sociedad, también lastra al deporte. En el fútbol se observan grandes diferencias por género. Por lo tanto, los que piensan que del fútbol femenino no se puede vivir no andan en realidad tan desencaminados.


El ejemplo más claro es que mientras las primas del último Mundial femenino fueron de 12,1 millones de euros, las del masculino se multiplican por 53, alcanzando los 641 millones de euros. Otro ejemplo lo vivimos la temporada pasada cuando las jugadoras del Atlético de Madrid, campeonas de la Liga Iberdrola se llevaron una prima de 54 euros por cabeza, una cantidad ridícula si la comparamos con los más de 350.000 euros que percibieron cada uno de los jugadores del Real Madrid por ganar la Liga Santander.


Además, la apuesta por las deportistas puede desvanecerse de la noche a la mañana, sobre todo cuando la vida personal interfiere en la profesional. De la cima al precipicio, ¿por ser madre?. Al menos, eso es lo que desprenden algunas marcas como Nike, Opel o Emasesa que zanjaron sus contratos con varias deportistas tras conocer que estaban embarazadas.


Sueldos por debajo del salario mínimo, sin convenios colectivos, sin cotizaciones a la Seguridad Social… así es el día a día de miles de deportistas que luchan por sobrevivir en el mundo del deporte de élite, en el que la brecha salarial entre mujeres y hombres se convierte en un abismo muy difícil de superar.


Es alarmante, porque no hay ninguna razón legítima o que se atenga a razones no discriminatorias que puedan explicar por ejemplo la disparidad de salarios. Tampoco puede explicarse por ningún factor de antigüedad o sistema de méritos, simple y llanamente pos el sexo.


Pese a los avances que se han hecho en los últimos años, los datos nos siguen desvelando una realidad que está muy alejada de la que deberían vivir por su dedicación y sus méritos. Un alto porcentaje de las jugadoras están dispuestas a renunciar al fútbol para tener una carrera que les permita mayores ingresos y reconocimiento, es decir, la brecha no empieza ni mucho menos en la etapa profesional, sino mucho antes.


¿Por qué la balanza está tan desnivelada? Las respuestas podrían ser dos. En primer lugar, el distinto trato económico a la hora de retribuir los resultados en las competiciones, como hemos comentado más arriba. Y en segundo lugar, la mínima inversión que reciben las deportistas a nivel publicitario.

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