Chule es una luchadora dentro y fuera de la cancha. Nacida en la Provincia de Salta en 1992. El fútbol le hizo llorar muchas veces: De niña por el rechazo y la incomprensión por querer jugar con los niños, y de joven por la grave lesión que tuvo.
“Sudamérica es un continente en el cual la discriminación en cuanto al fútbol femenino se sufre muchísimo. Hoy eso está creciendo, pero si que me tocó pasar por momentos muy tristes de mi vida cuando era más chica. Con esa edad uno no le da tanta importancia, pero cuando creces te das cuenta de que realmente la discriminación era muchísima”, cuenta Ruth.
Si Chule está hoy viviendo del fútbol es en gran parte gracias a Lili, su madre. Ama de casa y su gran cómplice desde bien pequeña. “Ella tenía siete hermanos varones entonces la hacían futbolera, cuando era más chica jugaba”. Lili siempre decía que quería en ella ver cumplir sus sueños. Le compraba los botines a escondidas o le ponía los de sus hermanos. “Ella fue la que me inspiró, su sueño siempre fue que jugase en Boca, que tuviese la oportunidad de estar en la selección. Cumplir el sueño de mi mamá para mi era algo único”, dice la argentina.
Su padre, por otro lado, no estaba muy de acuerdo con su afición por el balón. Sufría por lo que las personas pensaran de ella. “Era muy complicado por parte de él, porque quería que yo fuese modelo, que en vez de jugar con una pelota jugase con una muñeca. Entonces fue difícil, pero gracias a mi madre pude cumplir muchas cosas”, comenta Chule.
Sin hacer mucho caso a lo que la gente pudiese hablar, Ruth Bravo comenzó a jugar en Magdalena, en el mismo club que Guido Carrillo. “Después de jugar en ese club con Guido, fui para otro club que se llama AMFAB. Ahí fue donde conocí al Japo, la persona que a mi me lleva a Estudiantes de la Plata”.
Después de esto, en 2012, Ruth estaba clasificada con la selección para el Mundial Sub-20, y dos días antes de viajar, en la última jugada del entrenamiento, la rodilla le juega una mala pasada. Sin duda ese año marcó un antes y un después en su vida. “Fue un año muy difícil para mi. Haberme lesionado faltando dos días para viajar era muy difícil”, cuenta Chule. “Después de que me lesioné no quería saber nada del fútbol, estuve entre 3 y 4 años sin jugar. Me fui de las redes sociales, me afectaba mucho ver cosas de mis compañeras. Fui un poco egoísta por ahí por no apoyarlas en ese entonces, pero yo estaba pasando por un mal momento”.
Cuando ya empieza a estar recuperada, empieza en Estudiantes por unas amigas que le pidieron volver al fútbol de AFA en Argentina, y más tarde recibe dos llamadas importantes. “En Estudiantes recibo un llamado de River y otro de Boca. Uno de cada uno. Fui a un entrenamiento de River, y cuando volví a mi casa mi mamá no quería que me pusiera esa camiseta. Ella es muy fanática de Boca, a mi tampoco me gustaba y decidimos ir para el otro lado”, comenta Chule con una sonrisa.
Desde boca le llama Marcela Lesich, y su madre le anima a tomar esa decisión que le llevará a cumplir su gran sueño. “El apoyo de mi mamá para mi era muy importante en ese momento, y ella quería que yo vistiese esa camiseta, y yo siendo hincha desde muy chiquitita de Boca, también quería ponerme esa camiseta”. Cuatro temporadas defendiendo los colores del club de sus sueños, algo que no va a olvidar nunca. “La verdad que yo siento que todavía le debo muchísimo a Boca. Me emociona hablar de Boca porque es mi familia. Boca es mi mamá, mis hermanos, y la verdad que ojalá y pronto pueda volver a casa”, cuenta Ruth.
Una de las espinitas que todavía tiene clavada, es poder jugar en la Bombonera. Chule tuvo que ver desde España como sus compañeras estaban jugando en ese estadio que ella tanto había soñado. “Fue difícil y triste verlo desde aquí, pero también pensé en todas las jugadoras que empezaron en Boca, en todas las jugadoras que abrieron justamente la puerta esta de poder jugar en la Bombonera. Creo que a mi me tocaba abrir el camino desde otro lado, y se que no va a faltar oportunidad de estar ahí”.
Después de estar en Boca, le llama una de las grandes marcas a nivel mundial: Nike. “Ser atleta Nike fue gracias a Boca que me abrió esa puerta, fue gracias a Marcela que confió en mi desde el primer momento, y la verdad que es algo que no puedo describirlo”, dice emocionada. “Para para mi representar a una de las marcas más importantes del mundo es muy importante. Como atleta, como jugadora y sobre todo me enseña a valorar un montón de cosas. La verdad que estoy muy agradecida con ellos, me permite ayudar a otras chicas a poder darles algunas cosas, o echarles una mano en cuanto les falte algún par de botines”.
Las cualidades de Chule no pasaron desapercibidas al otro lado del Atlántico, y recibió la llamada del CD Tacón. De San Remo, en Salta, a Magdalena. Y de su hogar, coge un avión en 2018 con Madrid como destino. La capital le recibió con los brazos abiertos, y Chule sueña con poder traer a su familia para que vean un poco como se vive ese nuevo mundo.
El club madrileño en ese momento militaba en la Segunda División. “Fue una decisión muy difícil la de venirme a jugar a España, porque yo estaba jugando en Boca, estaba muy feliz ahí y no me quería ir. Pero luego de perder una final que para nosotras fue muy dura, o por lo menos para mi, tome la decisión de irme porque sentía que tenía que seguir aprendiendo y volver mucho mejor a Boca”, cuenta la argentina.
En pocos meses, Chule consiguió el ascenso con el Tacón a la Primera División, y también la participación en el Mundial con Argentina. “El técnico y las jugadoras hicimos un gran trabajo para poder subir de categoría, formamos un gran grupo y fue algo muy bonito para mi. Y después de ese gran ascenso, con haber jugado el Mundial creo que ya me puedo ir tranquila”, dice entre sonrisas.
La imagen de Ruth Bravo mientras sonaba el himno de Argentina en el primer partido del Parque de los Príncipes, dieron la vuelta al mundo. “Todavía se me pone la piel de pollo al recordarlo”, dice Chule. “En ese momento se me pasaba por la cabeza la gente que me criticó mucho, la gente que me hizo mucha discriminación, mi familia, los lugares donde he jugado, el barrio, todo. Se me pasaba todo, y sobre todo se me pasaban las millones de jugadoras que hubiesen querido estar en ese momento ahí”, cuenta emocionada.
Cuando termina su aventura mundialista, recibe la llamada del Rayo Vallecano, un equipo que viste la misma camiseta que el River Plate. “Mientras estaba jugando el Mundial, estaba tratando de ver si seguía en el Tacón, o si me venía para el Rayo. La verdad que el Rayo mostró muchísimo interés en mi y eso hizo que eligiera venir acá. Lástima la franja que me tengo que poner, pero vamos a defenderla a morir”, dice.
Ruth se despide recalcando que esta es la forma de seguir abriendo el camino, de seguir mostrándole a la gente que el fútbol femenino no es algo de moda, si no que es el futuro.
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