Primera Iberdrola permanece parada, en un estado de parón que nadie sabe cuánto va a durar. Y en una situación en la que aparecen comentarios de todo tipo: desde la necesidad de reanudar la competición por criterios económicos, hasta la de dar la temporada por nula para no poner en riesgo la vida de nadie. Soy de las que piensan que si algo no puede hacerse en unas condiciones óptimas, mejor no se haga.
La división de opiniones también se vive desde los clubes. Pero sobre todo es la incertidumbre la que reina en este mundo del fútbol femenino. Una incertidumbre que en esta situación puede trasladarse a cualquier aspecto de nuestras vidas. Nadie sabe cuándo ni de qué manera va a terminar esta pandemia y el confinamiento establecido por el Gobierno, por lo que la única solución lógica es esperar.
¿Pero cuánto tiempo puede estar el fútbol femenino sin una decisión clara? Los clubes tienen sus planificaciones de la temporada en el aire, los contratos de muchas jugadoras expiran en los meses de mayo y junio que es cuando - en una situación normal - se finaliza la competición, las deudas de algunas entidades iban a saldarse con los ingresos que la temporada diese, muchas profesionales están sin cobrar y el fútbol era su único ingreso... y así muchas situaciones que no se sabe cuanto tiempo más aguantarán pendientes de que alguien tome una decisión.
La posible vuelta no sólo conllevaría medidas difíciles de tomar por clubes modestos (desplazamientos, hoteles, alargar contratos...), sino también muchas consecuencias que podrían arrastrarse incluso hasta la temporada siguiente. Hablo de las lesiones.
Las deportistas, como ya hemos visto en redes sociales, disponen de los recursos mínimos para continuar con sus entrenamientos, no cuentan con el jardín de Cristiano Ronaldo o con el gimnasio que tiene en casa Sergio Ramos. Viven en un piso de dimensiones normales, como tú y como yo, algunas incluso han llamado a la colaboración ciudadana para conseguir una bicicleta elíptica, y otras han optado por montar con garrafas de agua sus propios artilugios para mantener la forma.
Así que, este más de mes y medio de inactividad, y las prisas que vendrían si quieren continuar con la Primera Iberdrola, conllevarían más de una lesión. Las jugadoras deberían someterse a un calendario condensado, durante el mes de agosto con las temperaturas asfixiantes de algunas zonas de nuestro país, y sin una vuelta a la actividad previa donde volver a coger forma.
En el caso del fútbol masculino, y con mucha más gente detrás presionando para su reanudación, se baraja la siguiente solución:
Confinar a todos los participantes de la competición en hoteles preparados para ello durante quince días y esperar a que no salta ningún positivo, con el coste que eso supone.
La vuelta de La Liga durante un período de tiempo de un par de meses.
Partidos, por lo tanto, cada 48 o 72 horas para recuperar todas las jornadas pendientes.
Todos los participantes (jugadores, staff técnico, y demás profesionales) confinados en un hotel.
Pruebas semanales a cada una de estas personas para comprobar que nadie está contagiado.
Hace unos días hablábamos del famoso tweet donde se criticaba al espectador del fútbol. ¿Cómo no vamos a ser criticados? Estamos en una situación donde hay cientos de fallecidos al día en nuestro país, donde se muere gente porque no existen tests para saber quién tiene el virus y quién no, donde la gente sale a aplaudir a las ocho y minutos más tarde pide que vuelva el show, donde se protesta porque las cosas no se hacen bien pero quieren obligar a personas que no están corriendo riesgo a tirarse de cabeza contra él.
¿De verdad habría gente de acuerdo en utilizar cientos de tests semanales a cambio de la vuelta del fútbol? ¿De acuerdo en centrar recursos médicos necesarios en personas sanas?
Yo no quiero eso para la Primera Iberdrola. Pienso que reanudar la competición en un entorno como el que estamos viviendo, que no es nada seguro, y sin unas medidas que garanticen la salud de estas jugadoras, es de ser un inconsciente.
Poner en riesgo la vida de deportistas, y todas las trabajadoras del mundo del fútbol y sus familias por motivos económicos o por puro espectáculo sería la peor decisión que se podría tomar. Buscarnos - más - problemas que no sabemos solucionar por no aceptar que esta temporada se ha acabado es un craso error. Porque una copa, un descenso, un ascenso, o una celebración de un gol no vale más que una vida.
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